Prueba de acceso

Yo creo…, creo que no he aprobado la prueba de acceso. Como si el dolor no fuera suficiente; los palos mentales que vienen y van para sacudirme donde la piel se rasga y deja en carne viva la culpa; como si el reproche y la duda hubieran cedido una esquinita de sus propias sillas para dejarle un sitio compartido a la ineptitud, el invitado nunca esperado. Que si confundí o extravié el temario no tiene perdón ni solución, ni ayuda en nada que ahora lamente que mi probabilidad de aprobar se haya reducido a uno, o quizá haya subido a cero, que hasta del cayado de las mates dudo.

Sé que nunca ha pasado, que Theta jamás ha fallado antes, pero ¿y si por una vez se ha equivocado? ¿Y si quien confundió el temario fue ella y está humedeciendo la semilla caníbal del desasosiego en mí? Que las fuerzas desunan a los habitantes del átomo, que las moléculas estén quietecitas en su cesto en lugar de vagar rumbosas los bailes estivales, o los vientos traigan la quietud al país que sólo delimita consigo mismo y la unidad. No hay forma de saberlo, pero en realidad lo sé, porque ella nunca se equivoca. Sé que esta vez no entraré y aquí pasaré una eternidad fallida, pensando entre destellos fríos y brumas de limón, en las fiestas de cumpleaños que no tendré, en las barbas coquetas que no atusaré, en los días y en las pieles perdidas, por no saberme la lección.

(Originalmente publicado en masticadores archipiélago, https://masticadoresarchipielago.wordpress.com)

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